- -Te prometí que lo intentaría- me susurró él, de repente tenso-, pero si…si algo sale mal, si te hago daño, debes decírmelo corriendo.
Asentí con solemnidad, manteniendo mis ojos fijos en los suyos. Di un paso más hacia adelante a través de las olas e incliné la cabeza contra su pecho.
- - No tengas miedo- le susurré-. Somos como una sola persona.
De pronto me abrumó la realidad de mis palabras. Ese momento era tan perfecto, tan aunténtico. No dejaba lugar a dudas.
Me rodeó con los brazos, me estrechó contra él y hasta la últimade mis terminaciones nerv iosas cobró vida propia.
- - Para siempre – convino él y después nos sumergimos suavemente en el agua profunda.
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